Estábamos tirados en la sala, dándole duro a los videojuegos con este vato de 18 que nos visitó para presumirnos su nueva credencial. Entre carcajadas y empujones empezó a calentar el lugar, ya sabíamos los que quería, hasta que el cabrón se nos quedó viendo con esa carita de “háganme suyo” y con gusto estrenamos su credencial y su culo ?
Cuando se dio la vuelta y se bajó el short, el olor a sudor joven, fresco y caliente se mezcló con el de la habitación… ese culito ? lampiño ya estaba brilloso, sudadito, listo para tragar. Solo de verlo, se me paró con ganas de reventarlo.
Lo agarramos a pelo, sin condon, hundiéndonos en ese culito apretado y caliente que se cerraba como un puño. Cada metida de riata hacía un sonido húmedo que nos volvía locos ?, mientras el morro gemía bajito, tragando toda la verga ? hasta el fondo
El olor a sexo llenaba la sala, mezclado con el sudor de la reta y los gemidos del vato. Y ahí estábamos, disfrutando cada centímetro, cada metida d